Desde la llegada de los primeros centros de datos estatales en la década de 1960, Uruguay ha mantenido una visión progresista sobre la importancia de la tecnología. El país se destacó como pionero latinoamericano en alfabetización digital gracias al programa “Ceibal”, que distribuyó computadoras portátiles a cada estudiante de escuela pública.
En el nuevo milenio, la penetración de la fibra óptica residencial posicionó a Uruguay por encima de muchos miembros de la OCDE en velocidad de conexión. El impulso regulatorio facilitó un ambiente competitivo que elevó la calidad y redujo costos para los usuarios.
El ecosistema de startups creció al calor de políticas fiscales favorables y la creación de incubadoras como Ingenio, generando casos de éxito globales en fintech, salud y agrotech. Empresas como dLocal demuestran la capacidad local para crear unicornios, reforzando la reputación del país como “Silicon Playa”.
Recientemente, Uruguay se convirtió en laboratorio vivo de inteligencia artificial aplicada al agro, explorando modelos predictivos de suelos y clima para aumentar la sustentabilidad. El Gobierno, las universidades y el sector privado colaboran en la red 5G experimental, impulsando pruebas de vehículos autónomos y ciudades inteligentes.
Mirando al futuro, los programas de formación continua en IA y ciberseguridad aseguran un flujo de talento preparado. Uruguay se proyecta como centro regional para data centers verdes, aprovechando su matriz energética mayoritariamente renovable.